"Lo estás haciendo muy bien" ¡qué alivio!
Una madrugada la llamé al borde del llanto, mi hijo volaba de fiebre y me sentía sola. Al día siguiente, volvimos a hablar largo y tendido por teléfono, pues nos separan más de 100 km. Es que en el entorno de cualquier mamá todos dicen lo que deberías hacer para no perjudicar o dañar el crecimiento de tu hijo (¿qué madre en su sano juicio lo perjudicaría?). Todos tienen excelentes consejos, pero nadie es empático.
¡Hasta que la escuché!
"Lo estás haciendo muy bien", las palabras me emocionaron, mamá tan real y culposa que duele en el alma. Esa vez la pediatra se ocupó de mamá para darle lo mejor a su paciente tan querido. La mejor dosis.